miércoles, 17 de febrero de 2010

EL EVANGELIO DE LA ALEGRÍA - en you tube -


CAPITULO XII
LUZ MÍSTICA SOBRE LA GUERRA MUNDIAL 
Cuarta Parte 

EL EVANGELIO DE LA ALEGRÍA 

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La reciente lucha titánica entre las naciones europeas ha alterado el equilibrio del mundo entero hasta tal punto que las emociones de las personas que viven en las más remotas regiones de la tierra han sido exaltadas como nunca lo habían sido antes, expresando los distintos pueblos cólera, odio, histerismo o abatimiento, según su naturaleza y temperamento. 
Es evidente, para todos aquellos que han estudiado los misterios más profundos de la vida y que comprenden el funcionamiento de la ley natural en los mundos espirituales, que los habitantes de las regiones invisibles han sido afectados de un modo quizá aún mayor que los que vivían en cuerpos físicos, los cuales, por su misma densidad, nos impiden el sentir toda la fuerza de las emociones. 
Después del estallido de la guerra la marea de emociones fue violenta porque no hubo medios adecuados para encauzarla; pero gracias a los grandes esfuerzos y a una organización apropiada, los Hermanos Mayores de la humanidad lograron después del primer año crear un ejército de Auxiliares Invisibles, que, habiendo pasado por el portal de la muerte y sentido el sufrimiento inherente a una transición no debidamente preparada, estaban llenos de compasión para con los demás y constantemente pasaban por el portal sombrío, y fueron capacitados para calmar y ayudar a los recién llegados hasta que ellos mismos pudieran equilibrarse de nuevo. Más tarde, sin embargo, las emociones de odio y malicia engendradas por los habitantes del mundo físico se hicieron tan poderosas que hubo peligro de que se impusieran del todo, por esta razón fue preciso adoptar nuevas medidas para contrarrestar estos sentimientos, y en todas partes las fuerzas buenas fueron puestas en movimiento para rehacer el equilibrio y dominar a las emociones más bajas. 
Uno de los modos por el cual muchas personas contribuían a dificultar las cosas y a prolongar la guerra, era su manera de acentuar constantemente su lado horrible y de olvidar el mirar a su lado luminoso y brillante. 
"¿El lado luminoso y brillante de aquella guerra cruel?", será probablemente la pregunta que se formulará el lector. "¿Qué quiere usted decir con esto?" Para algunos puede parecer hasta un sacrilegio hablar de un lado luminoso de semejante calamidad como ellos la llaman. Pero veamos si no hay un rayo de luz plateada hasta en las nubes más negras, y si no hay un método por el cual este rayo de luz plateada pueda ser ensanchado más y más, hasta que toda la nube se haya hecho luminosa. 
Hace algún tiempo nos llamó la atención un libro titulado: "Pollyanna". Pollyanna era la hijita de un misionero, cuyo sueldo era tan ínfimo que apenas podía satisfacer las estrictas necesidades de la vida. De vez en cuando llegaban a la misión cajas con ropa vieja y otros objetos usados para ser distribuidos. Pollyanna esperaba que algún día llegase un caja conteniendo también una muñeca. Su padre hasta había escrito para preguntar si no era posible mandarle con la próxima caja una muñeca desechada para su hija. Llegó la caja, pero en vez de la muñeca contenía un par de muletas pequeñas. Viendo el desencanto de la niña, su padre le dijo: "Hay algo de lo cual podemos alegrarnos: de que no necesitemos las muletas." Entonces ellos empezaron a "hacer el juego", según su modo de decir, buscando y encontrando siempre algo por lo cual pudiesen estar agradecidos y contentos, sin importar lo que fuese, y siempre encontraron cosas de éstas. Por ejemplo, cuando se veían forzados a comer una comida muy deficiente en un restaurante, por no poder permitirse platos más delicados, ellos decían: "Estamos contentos de que nos gusten las judías", aunque se fijasen al mismo tiempo en un pavo trufado, inaccesible para sus medios económicos. Después empezaron a "enseñar el juego" a otros, llevando algo de felicidad a muchos hogares, entre ellos muchos que no creyeron nunca que podrían ser felices otra vez. 
Pero finalmente quedaron faltos de toda clase de recursos y la madre de Pollyanna falleció  por las privaciones. Su padre no tardó en seguir a la madre, dejando a Pollyanna abandonada al cuidado de un tía rica, soltera, pero avara e inhospitalaria., en Vermont. A pesar de la poco cordial acogida que la niña encontró y las habitaciones que al principio la señalaron, ella estaba siempre contenta y de buen humor e irradiando alegría sobre todas las personas que había alrededor de ella, hasta su misma tía, la cual por insensible que fuese acabó por dejarse influir. La mente rosada de la niña pronto encontró medios de adornar las paredes y piso de su cuarto con todos los medios de belleza a su alcance. Faltándola cuadros, ella veía con alegría que desde su pequeña ventana se descubría a su vista una escena de paisaje más hermoso que los más preciosos cuadros que un artista pudiera pintar y una alfombra de verde y oro como ningún artesano hubiese jamás podido tejerla tan hermosa. Si en su pobre lavabo no había ningún espejo, ella estaba contenta, porque así no podía ver sus pecas. Y si tenía pecas, ¿no tenía razón para estar satisfecha de que no fuesen verrugas? Si su maleta era pequeña y sus trajes muy pocos, ¿no era suficiente para celebrarlo, toda vez que de este modo se terminaba bien pronto el trabajo de hacerla? Si sus padres no podían estar con ella, ¿rió era motivo para alegrarse porque estaban con Dios en el cielo? Y puesto que ellos no pudieran hablarla, ¿no podía regocijarse de que ella pudiera hablarles a ellos? 
Jugando en los campos como un pájaro más, se le pasó más de una vez la hora de cenar, y cuando al llegar a casa su tía la enviaba a la cocina para cenar allí, con leche y pan nada más, ella le decía su tía que esperaba lágrimas y pucheros: "Oh, me alegra mucho que haya usted hecho esto, tía, porque me gustan mucho las sopas de leche." En los primeros tiempos la tía solía tratarla con brusquedad, pero la niña supo siempre encontrar una excusa cariñosa para estos malos tratos, y pagándolos en cambios con pensamientos de agradecimiento. 
La primera persona convertida por ella fue la doncella, que solía tener muy mal humor los días que tenia que lavar la ropa sucia y aguardando los lunes con disgusto. Bajo la influencia de la alegría de la pequeña niña, Nancy, la doncella, pronto se sintió los lunes más contenta que ningún otro día, porque no habría ningún otro día de levado en toda la semana, y pronto la tuvo contenta porque su nombre no era Hepsibah, sino Nancy, a cuyo nombre siempre había mostrado aversión. Una vez Nancy dijo a la pequeña, con mucha convicción: "En un entierro, por cierto, no hay nada de lo que uno pueda alegrarse", a lo cual muy pronto contestó Pollyanna: "Pues mira, podemos estar contentas de que no sea el nuestro." En cuanto al jardinero, que se quejaba a ella de que estaba medio encorvado por el reumatismo, ella le decía que debería estar agradecido por ello, porque no tenia necesidad de erguirse totalmente cuando se agachaba para limpiar las malas hierbas del jardín. 
Cerca de su casa vivía en una mansión soberbia un señor soltero de cierta edad, retirado del mundo y taciturno. Cuando más él repudiaba a la niña con maneras bruscas tanto más  contenta estaba y tanto más pronto la niña volvía a verle, aunque nadie más que ella lo hiciese. En su inocencia y piedad ella atribuía aquella falta de cortesía a alguna pena secreta, y por esta razón anhelaba poder enseñarle la manera de vivir alegremente, el "juego alegre" aprendido de sus padres. Y se lo enseñó, y él lo aprendió, aun siendo trabajo duro al principio. Cuando tuvo la desgracia de romperse una pierna, no era fácil convencerle que debía alegrarse de no haberse rota las dos y de haberlo logrado hubiera sido mucho peor que tuviera cien piernas y que todas ellas se le hubieran fracturado. La alegre disposición de ánimo de la niña logró, por fin, que al hombre tan triste le gustase la luz del sol, que abriese las persianas, levantase las cortinas y abriese también su corazón al mundo. El quiso adoptarla, pero no logrando su deseo, adoptó a un pequeño huérfano que ella hubo encontrado perdido en el campo. 
Ella logró que una señora se vistiera de colores alegres, después de haberse vestido siempre de negro. Otra señora, rica y desgraciada porque su atención estaba concentrada sobre desdichas pasadas, fue influenciada por Pollyanna en el sentido de ocuparse ahora intensivamente de las miserias de otros. Habiendo aprendido cómo se puede dar alegría a los demás, esta señora llegó a convertir su vida en una alegría continua. A un matrimonio que estaba para divorciarse Pollyanna le hizo reunirse nuevamente y formar un hogar feliz, aun siendo totalmente desconocidos para ella, encendiendo en sus corazones que se habían helado, y un fuerte amor por sus hijitos. Poco a poco, este juego de alegría se difundió por toda la ciudad, los unos enseñándolo a los otros. Bajo su influencia hombres y mujeres se convertían en seres distintos de antes: los desdichados se hacían felices, los enfermos sanaban, los malhechores encontraban el camino de la virtud y los desesperados hallaban consuelo y bríos nuevos. 
El médico de más fama de la ciudad se convenció pronto de que Pollyanna era la mejor receta para todos los males. "Esta chica, dijo, vale más que un gran frasco de tónico. Si alguien puede aliviar a un enfermo, es ella; una dosis de Pollyanna cura más que una botica entera." 
Pero el gran milagro del "juego alegre" fue la transformación operada en el carácter de su malhumorada y puritana tía. Ella que había admitido a Pollyanna en su casa como un deber estrictamente familiar, desarrolló bajo el trato cariñoso de su pequeña sobrina un corazón que literalmente se desbordaba de afecto. Muy pronto Pollyanna fue sacada de su guardilla fea y desnuda e instalada en un gabinete lujoso en el piso donde vivía su tía, y de este modo el bien que hacia reaccionaba sobre ella misma. 
Esto no es más que un cuento, pero está basado en hechos que tienen su raíz en las leyes  cósmicas. Lo que esta niña hacía respecto a las personas alrededor de ella, nosotros, como estudiantes de las enseñanzas Rosacruces, podemos y debemos hacerlo en nuestra esfera individual, tanto respecto al trato con nuestros parientes y amigos como respecto al mundo en general. 
En cuanto a su aplicación a la guerra en general, en vez de entristecernos por las derrotas o catástrofes y en vez de añadir nuestra tristeza, odio y malicia a los sentimientos semejantes engendrados por otros, deberíamos tratar de encontrar algún aspecto agradable y luminoso hasta en tales horribles calamidades. Seguramente es razonable alegrarse extraordinariamente, pensando en el sacrificio personal hecho por tantas almas nobles, que han abandonado su actividad en el mundo, sus grandes ingresos de dinero y sus casas confortables, para defender lo que para ellos es el ideal de mejorar las condiciones del mundo, para aquellos que vengan detrás de ellos, porque ellos mismos ya habían abandonado toda esperanza de volver jamás para coger los frutos de su sacrificio. Igualmente podemos alegrarnos de que muchas mujeres nobles dominadas por el lujo y una vida fácil, hayan abandonado sus hogares y relaciones para dedicarse a la ardua tarea de cuidar a los heridos. 
Hubo en todo esto un espíritu de altruismo, demostrado también por aquellas que, aunque  obligadas por las circunstancias a quedarse en sus casas, dedicaban sus horas libres a trabajos manuales, cosiendo y trabajando a punto de aguja para los soldados en los campos de batalla. 
Es un parto muy doloroso el nacimiento del altruismo en millones de corazones humanos, pero por el sufrimiento inaudito de la última guerra la humanidad se hará más noble y misericordiosa que hasta ahora. Si solamente podemos sacar esta impresión de los sufrimientos y torturas recientes, si solamente podemos enseñar a los demás a mirar hacia las prosperidades futuras que tienen que acumularse como consecuencia de tantos sufrimientos, entonces estaremos mejor preparados para restablecernos de la terrible pesadilla sufrida, y para ayudar a los demás a que logren el mismo resultado. 
De esta manera podemos imitar a la niña Pollyanna, y a condición de ser suficientemente sinceros, nuestra manera de mirar las cosas contagiará a los demás y quedará arraigada en sus corazones; y entonces, como los pensamientos son cosas, y los buenos pensamientos son mas poderosos que los malos por estar en armonía con la marcha de la evolución, pronto vendrá el día en que podremos imponernos y ganar ascendencia para establecer una paz permanente. 
Esperamos que esta sugestión será tomada muy en serio y puesta en práctica por todos nuestros estudiantes, porque los tiempos lo reclaman con urgencia, mucho más que antes aun. 

del libro "Enseñanzas de un Iniciado", de Max Heindel 

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