miércoles, 17 de febrero de 2010

EL PUEBLO ESCOGIDO DE DIOS - en you tube -



CAPITULO VIII

EL PUEBLO ESCOGIDO DE DIOS
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Leyendo la historia de los hebreos tal como la refiere la Biblia y las crónicas medievales y modernas de los distintos pueblos que habitan el mundo occidental, nos llama la atención un hecho notable que con claridad meridiana nos ofrece la prueba de que los judíos han sido llevados al destierro y a la esclavitud, odiados en todos los países donde se esparcieron y perseguidos en aquellos sitios en que el temperamento de los nativos permitieron su convivencia entre ellos. Según la Biblia, estimada como la "palabra de Dios" por los pueblos occidentales, los judíos son "el pueblo escogido de Dios" en un sentido particular, pero en estas mismas naciones los judíos son desdeñados y escarnecidos. Cuando investigamos la razón de esta tragedia, nos salen al paso con dos hechos primordiales:
1- En todas las partes los judíos se han proclamado como el pueblo escogido de Dios, destinados por gracia divina a hacerse los dueños del mundo, a los cuales todas las naciones deberán, quizá, algún día rendir homenaje y tributo.
2- Sus procedimientos con los gentiles han tenido casi invariablemente un carácter tan astuto como el que para el público toma el Shylock de Shakespeare, exigiendo su "libra de carne", lo cual está de acuerdo con la idea que en general se tiene formada de su naturaleza.
De este modo se ha formado inconscientemente en el pensamiento de las otras naciones un resentimiento contra la pretensión judía de ser los hijos favorecidos de Dios, mientras que clasifican a todos los demás como hijastros, paganos y gentiles, reservados para el día de la gran cólera cuando Israel les gobierne triunfalmente con una vara de hierro. Este resentimiento se ha acentuado por la contemplación de la conducta presente de los judíos.
Si ellos hubiesen apoyado su pretensión de ser los hijos predilectos de Dios con un modo de vivir noble y elevado, probablemente habrían excitado con ello la admiración de muchos de los pueblos entre los cuales han vivido. Habrían provocado la emulación, y hasta los que les envidiaban su predilección les habrían probablemente respetado. Pero como sus altivas
palabras y su conducta resultan tan divergentes y opuestas, es triste, pero no es extraño, el
que sean odiados y perseguidos constantemente.
Debo prevenir al estudiante de que no tome lo que precede como una mera crítica hacia los
judíos; no debemos exponer las faltas de otros y criticarlas si no tenemos a la vista una finalidad constructiva. Es siempre fácil ver la paja en el ojo de nuestro hermano, pero mucho más fácil todavía es no ver la viga que tenemos en el nuestro. La razón de mencionar el asunto de los judíos con sus elevadas manifestaciones y sus opuestas prácticas, es solamente para averiguar si, al dirigir la luz del faro sobre la paja en el ojo de ellos, no encontramos la viga del nuestro. En caso afirmativo habremos hecho un trabajo útil, y empezado a quitarnos la viga.
Mientras vivamos en el mismo nivel que el resto del mundo, haciendo como los demás, cosas malas, buenas o indiferentes, nadie se fijará en nosotros de una manera especial; pero desde el momento en que, como los judíos, confesemos públicamente que somos distintos de los demás, todas las miradas de la sociedad se fijarán sobre nosotros para determinar hasta qué punto concuerdan o se distancian nuestras palabras y nuestras obras. Estamos observados en todos nuestros gestos y movimientos, y de ahí resulta para nosotros una gran responsabilidad y la obligación de obrar rectamente para acreditar con ello las enseñanzas de los Hermanos Mayores y estimular en otros el deseo de adoptarlas también.
Por este motivo vamos a pararnos un momento y pasar revista a nuestros actos y obras del
pasado año y después adoptemos las resoluciones que, según nuestro juicio, deban aseguramos un porvenir más fructífero respecto al desarrollo del alma.
En primer lugar conviene reconocer que hemos sido especialmente favorecidos, mucho más de lo que nos merecemos, por haber recibido las enseñanzas Rosacruces de nuestros
Hermanos Mayores. Es de esperar que todos les hayamos expresado nuestra gratitud durante todo el año pasado, y ahora les vamos a enviar nuevamente pensamientos de cariño y reconocimiento. No será preciso declarar expresamente, que ellos ni exigen ni necesitan nuestra gratitud, porque están muy por encima de esto; pero nosotros acrecentamos el desarrollo de nuestras almas por la manifestación de sentimientos de gratitud.
Después conviene que consideremos cómo hemos usado estas preciosas enseñanzas durante el pasado año: si hemos sido misericordiosos en nuestros juicios y criticas, si hemos luchado para dominar nuestro temperamento, cultivado la serenidad y vencido nuestra tendencia más marcada hacia el pecado.
Y ¿cuál ha sido nuestro éxito? Es de esperar que hayamos hecho algunas obras buenas y que hayamos logrado un éxito aunque sólo sea moderado, porque, al igual que las palabras de los judíos son juzgadas por sus actos, asimismo las enseñanzas de los Hermanos Mayores, ya con razón o sin ella, serán tasadas por el gran publico según las obras visibles de los que profesan ser sus adeptos.
Sin embargo, forzosamente habremos de admitir al final de nuestra retrospección que nos
hemos quedado muy atrás respecto a los elevados ideales que tenemos colocados ante nosotros. Este es siempre un punto crítico en el cual nuestra carrera espiritual está en peligro de naufragar en la roca de la pusilanimidad, es decir en el caso de que tengamos un
temperamento que se complazca en meditar sombriamente sobre el fracaso o hasta agrandarlo. Semejante actitud mental precipita el desastre porque nos priva de la voluntad de vencer; nos hace creer que no vale la pena seguir luchando y que los factores contrarios a nosotros son demasiado poderosos. Se encuentran excusas en la oposición que nos hacen amigos y familiares, en obligaciones a las que no podemos substraemos, etc. Pero, bien mirada la cosa, la dificultad está en nosotros mismos, y si cedemos, veremos seguramente que nuestros amigos nos desprecian profundamente, aunque, no lo demuestren abiertamente, como sucede en el caso de los judíos.
En vez de hacernos abandonar el camino del progreso, nuestros fracasos deberían, por el contrario, servirnos de aguijón para hacer mayores esfuerzos, y para tomar la más firme resolución de ser invencibles en el año próximo respecto a todos nuestros puntos flacos.
Todos conocemos nuestros propios defectos, "los pecados que nos asaltan tan fácilmente", y cada uno tiene que tomar naturalmente las resoluciones propias de su caso. Pero al llevar
estas resoluciones a la práctica, para que puedan producir el crecimiento del alma y ayudar a tejer el glorioso traje dorado de bodas, nos será indudablemente de inmenso provecho, el
fijar nuestra mirada y pensamiento en alguien que posea la virtud que estamos tratando de
cultivar. Este gran ejemplo nos brinda Cristo quien "fue tentado en todas las cosas igual que nosotros, pero sin llegar a pecar". Por esta razón deberíamos tenerla siempre muy cerca de nuestra vista mental durante el año entrante, y con ello tendremos seguramente un gran crecimiento del alma. Al mismo tiempo esta conducta será la mejor propaganda que podamos hacer de las enseñanzas Rosacruces, porque viviendo según ellas provocaremos seguramente en los demás el deseo de participar de sus beneficios.

del libro "Enseñanzas de un Iniciado", de Max Heindel


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