miércoles, 17 de febrero de 2010

LA MUERTE DEL ALMA - en you tube -


CAPÍTULO VI
LA MUERTE DEL ALMA
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De vez en cuando, aparentemente, siguiendo una ley de periodicidad, se presentan en el ánimo de los estudiantes las mismas dificultades. Al mismo tiempo, en un gran número de cartas de diferentes partes del mundo se nos pide información sobre el mismo asunto, y en otro momento sobre otro asunto distinto, pero después de unos años los mismos asuntos se presentan siempre de nuevo. Mientras ayudamos a los individuos que se dirigen a nosotros, es posible que haya muchas otras personas interesadas en el mismo asunto al mismo tiempo, y por esta razón vamos a dar esta lección sobre la muerte del alma, que parece ser un buen ejercicio para la mente, quizás porque actualmente (durante la Gran Guerra) la muerte del, cuerpo es tan frecuente.
Hace algunos años publicamos una lección sobre "El pecado imperdonable y las almas perdidas", en relación con los sacramentos que estábamos entonces explicando. Entonces dijimos que todos los sacramentos tienen algo que ver con la transmisión de los átomos simientes, que forman los núcleos de nuestros distintos cuerpos. El germen para nuestro cuerpo terrestre debe estar, debidamente colocado en un terreno fructífero para poder desarrollar un apropiado vehículo denso, y por esta razón, según se dice en el Génesis 1, 27
"Elohim creó al hombre varón y hembra." Las palabras hebreas son Sacr va N'cabah. Son los nombres de los órganos sexuales. Traducido literalmente, Sacr significa el portador del germen; y así el matrimonio es un sacramento, porque abre el camino para la transmisión del átomo-simiente físico que va del padre a la madre y tiende a preservar a la raza de los destrozos de la muerte.
El bautismo, como un sacramento, significa el anhelo germinal del alma hacia una vida
superior, la plantación de una simiente espiritual.
La comunión es el sacramento en el cual compartimos del pan que está hecho con la simiente de castas plantas, y en las cuales el cáliz, simbolizando la cápsula de simiente libre de pasión, es un indicio de la edad futura, una edad en la cual el matrimonio ya no será necesario para transmitir la simiente desde el padre a la madre, porque entonces nos alimentaremos directamente de la vida cósmica y habremos de este modo vencido la muerte.
Finalmente, la extremaunción es el sacramento que marca la separación del cordón plateado y la extracción del germen sagrado, hasta que se coloque otra vez en otro órgano. N'cabah, o madre.
Como la simiente y el óvulo son la raíz y base del desarrollo racial, es fácil de ver que no
puede haber pecado más serio que aquel que abusa de la función creadora, porque por este sacrilegio impedimos el desarrollo de las generaciones futuras y pecamos contra el Espíritu Santo, Jehová, quien es el custodio de la fuerza lunar creadora. Sus ángeles son los heraldos de los nacimientos, como en el caso de Isaac, San Juan Bautista y Jesús. Cuando quiso recompensar a Su más fiel creyente, Abraham, le prometió que haría su simiente tan numerosa como los granos de arena del mar. El también impuso el más terrible castigo a los habitantes de Sodoma que cometieron el sacrilegio de dar una falsa dirección a la simiente; y el pecado de Onán que la desperdició es otra indicación en el mismo sentido.
En la Biblia se nos dice que se prohibió a los hombres comer del Árbol del Conocimiento bajo pena de muerte. Pero en vez de esperar pacientemente los periodos de condiciones interplanetarias favorables, Adán conoció a Eva, y desde entonces ella ha dado a luz sus hijos con dolores y sufrimientos, y quedando sujetos a una muerte prematura. Por consiguiente el abuso de esta sagrada función para satisfacer la naturaleza pasional, y particularmente la perversión, es reconocida por los esoteristas como el pecado imperdonable. A esto se refiere Santiago cuando dice: "Hay un pecado mortal. Yo no os digo que debáis rezar por él."
Pero investigaciones ocultas han probado en este caso, igual que en todas las demás formas de predicaciones infernales, que Dios y la naturaleza son mucho más compasivos con el hombre, que éste mismo con sus semejantes. Aunque la justicia retributiva que alcanza a aquellos que han vivido vidas de pecado y de vicio sea severa en todos los casos, nada sucede, ni aproximadamente tan serio como la "muerte del alma". Que nosotros sepamos, sólo el mago negro que conscientemente abusa de la simiente para fines diabólicos se expone a algo tan serio como implica la frase; y realmente no habría necesidad de ahondar más en este asunto si no estuviese relacionado con otras cosas de interés para el estudiante.
Para hacer comprender bien lo que sigue tenemos que recordar primeramente las claras definiciones de espíritu, alma y cuerpo que hemos dado en el "Concepto Rosacruz del Cosmos". Allí decimos que al principio de la manifestación del Espíritu Virginal, una chispa divina, se envolvió en un triple velo de espíritu-materia y así se convirtió en Ego.
El triple espíritu echó una triple sombra sobre el reino de la materia, y de este modo el cuerpo denso fue evolucionando como contra partida del Espíritu Divino, el cuerpo vital como réplica del Espíritu de Vida, y el cuerpo de deseos como imagen del Espíritu Humano.
Finalmente, y lo más importante de todo, se formo el eslabón de la mente como enlace entre el triple espíritu y su triple cuerpo. Esto fue el comienzo de la conciencia individual, y marca el punto donde acaba la involución del espíritu en la materia y donde empieza el proceso evolutivo por el cual el espíritu es extraído de la materia. La involución significa la cristalización del espíritu en distintos cuerpos, pero la evolución depende de la disolución de los cuerpos, la extracción de la sustancia del alma de ellos, y la amalgama alquímica de esta alma con el espíritu.
Al principio de la evolución el hombre se componía sólo de espíritu y cuerpo -no tenía alma-; pero desde entonces cada vida pasada en la gran escuela de la experiencia terrestre le ha dotado cada vez de más alma, según el uso que haya hecho de sus oportunidades. Esto se demuestra en las distintas graduaciones entre el salvaje y el santo, tales como las vemos por todas partes. Esto es la pérdida del alma que va envuelta en la experiencia que describirnos como muerte del alma. El espíritu en si no puede naturalmente morir nunca, siendo una chispa divina, sin principio y sin fin. ¿Cómo puede ocurrir entonces la muerte del alma y cuál es la verdadera significación de la frase? Es este un asunto sobre el cual el autor no le gusta insistir, pero a causa de la relación que tiene en parte con el progreso espiritual, como queda dicho, se explicarán los detalles más importantes.
Hasta ahora hemos visto que el triple espíritu ha proyectado un triple cuerpo, y que el propósito de la evolución es la extracción de la triple alma de este triple cuerpo y su amalgama con el triple espíritu. Ahora viene el punto más importante de todo este asunto, una pieza de información importantísima que ayudará al estudiante para obtener una comprensión más definida de este asunto que lo ha hecho hasta ahora. Mucho se ha dicho en la literatura oculta acerca de "El Sendero", pero aunque a los iniciados, que ya saben, se hayan dado amplios informes sobre lo que es y dónde está, esta información no se ha dado nunca todavía a los estudiantes exotéricos. San Pablo nos dice que una mentalidad carnal significa muerte, pero una mentalidad espiritual significa vida y paz. Esto es la exacta verdad, porque la mente, que es el enlace entre el espíritu y el cuerpo, es el sendero o puente, el único medio de transmisión del alma en espíritu. Mientras el hombre tenga una mentalidad carnal y preste su atención a los asuntos de este mundo, tomamos como lema: "Comamos, bebamos y seamos felices, porque mañana moriremos", todas sus actividades estarán centradas en la parte inferior de su ser, la personalidad, y vivirá y morirá igual que un animal, inconsciente de la fuerza magnética del espíritu. Pero algún día ha de venir el momento en que uno sienta los impulsos del espíritu, y entonces la personalidad apercibirá la luz y se pondrá en camino para buscar el Yo Superior pasando por el puente de la mente. Y como la carne y la sangre no pueden heredar el Reino de Dios, el cuerpo es crucificado para que el alma pueda ser libertada y unida a su Padre en el Cielo, el triple espíritu, el Yo Superior.
Esto por lo menos es la tendencia general: lo superior eleva a lo inferior. Pero desgraciadamente hay ejemplos de lo contrario, donde la personalidad inferior se hace tan fuerte en su materialismo y donde la mente se compenetra tan firmemente con los vehículos inferiores, que la personalidad se niega a sacrificarse por el espíritu, con el resultado de que el puente de la mente queda finalmente roto. La personalidad sin alma puede entonces continuar viviendo durante muchos años después de esta separación, y puede cometer los actos más ultrajantes de crueldad y perfidia hasta que sucumba. La Magia Negra, en la cual entra el uso pervertido de la simiente humana obtenida de otras personas es empleada generalmente por estas personalidades con el propósito de satisfacer sus deseos diabólicos. Muchas veces obtienen poder en una nación o sociedad, a la cual procuran hundir con sus maldades.
Entre tanto el espíritu se ha quedado desnudo, no tiene átomos-simientes con los cuales podría crear nuevos cuerpos, y por esta razón gravita automáticamente hacía el planeta Saturno y de allí al Caos, donde tiene que permanecer hasta la aurora de otro día de creación.
A primera vista puede parecer injusto el que el espíritu tenga que sufrir de este modo sin haber cometido ningún mal; pero meditando un poco se comprenderá que, para la personalidad, siendo la criatura del Yo Superior, existe la responsabilidad y no puede ser
evadida. Afortunadamente, sin embargo semejantes casos van haciéndose cada vez más raros a medida que avanzamos en el sendero de la evolución. No obstante, incumbe a todos mirar seriamente a la meta, de manera que la luz en el sendero que conduce hacia nuestro ideal espiritual, la unión con el Yo Superior, brille cada vez con más esplendor.

del libro "Enseñanzas de un Iniciado", de Max Heindel


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