CAPITULO XX
NUESTRO TRABAJO EN EL MUNDO
Primera Parte
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Recientemente nos hemos dado cuenta de que la obra de la Fraternidad Rosacruz no es nuestra obra particular; es la obra de los Hermanos Mayores y de cada uno de los miembros de la Fraternidad. El cumplimiento de esta labor ofrece una magnifica oportunidad para el crecimiento del alma, y no tenemos derecho a sacar nosotros solos todo el fruto de ella, como no lo tendríamos para privar a los miembros del alimento material; debemos por el contrario ofrecer la oportunidad a todos, para que puedan cooperar a la obra ya física, mental o financieramente, según el tiempo, el talento y la aptitud de cada uno. También hemos comprendido, y seriamos servidores inútiles de los Hermanos Mayores, porque la carga es más pesada que lo que podemos soportar, y para prosperar la Gran Tarea requiere muchos operarios. Por este motivo haré en esta lección un relato de la historia de la obra realizada hasta la fecha, de modo que los estudiantes puedan apercibir la tarea futura, a hablar a menudo de mi propia persona y espero que los estudiantes me lo perdonarán, porque, a pesar de molestarme mucho a mi mismo, la introducción del elemento personal, en el caso presente, resulta inevitable.
En nuestra literatura hemos sentado como enseñanza axiomática que cada objeto en el Universo visible es la materialización en forma definida de un pensamiento invisible y preexistente. Fultón construyó un buque de vapor y Bell un teléfono en pensamiento antes de que estas dos cosas se manufacturasen en madera y metal. Igualmente un autor proyecta un libro en su mente antes de escribirlo. Una Orden de Misterios también tiene que idear su filosofía espiritual para que se adapte a las necesidades de los pueblos a los cuales puede requerir siglos. Los trabajos de los investigadores científicos se llevan a cabo en la reclusión de sus laboratorios, y las conclusiones de sus tentativas que han de fomentar el progreso intelectual de la raza, se substraen a las masas hasta que su definitiva comprobación se haya hecho por los hombres científicos. Del mismo modo se produce con las enseñanzas espirituales, las cuales, destinadas al fomento del desarrollo del alma entre cierta clase de gente, son substraídas al gran público hasta que su eficacia haya sido demostrada en el caso de algunos cuantos. Como las invenciones, teorías o proyectos salen en cierto momento del estado experimental y son rechazados si no sirven para las aplicaciones generales, así una enseñanza espiritual tiene también que llegar a cierto punto de perfección para que pueda ser entregada al servicio general de la humanidad, o de lo contrario se esfumaría.
Esto es lo que ha pasado con las enseñanzas de la Sabiduría Occidental formulada por la Orden Rosacruz para que se mezclen y se confundan con la mentalidad ultra-intelectual de Europa y América. Nuestro venerado Fundador y los doce Hermanos Mayores que él seleccionó para ayudarle en la obra hace varios siglos, hicieron al principio probablemente un estudio retrospectivo del rumbo del pensamiento humano durante nuestra era, y quizá durante miles de años anteriores, y de este modo fueron capaces de formar un concepto bastante exacto de la dirección que tomarían probablemente las mentes de las generaciones futuras, y de determinar por consecuencia sus necesidades espirituales. Sin querer profundizar su método, tenemos que declarar que sus conclusiones fueron exactas cuando afirmaron que el "orgullo intelectual, la intolerancia y la impaciencia contra las restricciones", serian los principales pecados de nuestra época; y ellos formularon su filosofía de tal manera que satisficiera al corazón, y al mismo tiempo apelase al intelecto y enseñase al hombre el modo de escapar a la sujeción por el dominio sobre sí mismo. Los millares de cartas de aprobación que hemos recibido de gentes del mundo entero, y de todas las esferas sociales, atestiguan cuan grande es el hambre del alma y la satisfacción que estas enseñanzas procuran a todo el mundo. Pero dentro de cincuenta o cien o doscientos años, cuando los descubrimientos científicos del porvenir hayan confirmado muchos detalles mencionados en el "Concepto Rosacruz del Cosmos", y cuando las inteligencias se hayan ensanchado, las enseñanzas Rosacruces darán satisfacción aún al alma de millones de espíritus iluminados.
Por consiguiente el lector comprenderá que los Hermanos Mayores tienen que tomar grandes precauciones para confiar a alguien tan importante mensaje, y especialmente por la razón de que semejante enseñanza puede ser dada a la publicidad solamente en determinadas épocas.
Al igual que la simiente de las plantas es echada en la tierra al principio del ciclo anual, así también una simiente filosófica como la enseñanza de los Rosacruces debe ser plantada y el libro publicado en la primera década del siglo, la cual inicia un nuevo ciclo, porque sino se perdería la oportunidad hasta el ciclo próximo. Un mensaje que había sido seleccionado resultó ser fiel a las enseñanzas en el año 1905: Entonces los Hermanos se dirigieron a mi y me confiaron las enseñanzas después de hacerme pasar por cierta prueba en 1908. El "Concepto Rosacruz del Cosmos" fue publicado en noviembre de 1909, algo más de un año antes del final de la primera década. Unos amigos editaron el manuscrito original, pero yo tuve forzosamente que revisarlo antes de entregarlo al impresor. Después de la prueba de la imprenta, la corregí y la devolví; la leí otra vez después de la rectificación de las erratas, debiendo releer de nuevo el texto una vez distribuido en páginas, dar instrucciones a los grabadores respecto a la ejecución de las planchas y al impresor sobre el modo de colocarlas en el libro, etc. Me levantaba a las seis y trabaja hasta la una, las dos o las tres de la madrugada, durante semanas enteras, con el ruido ensordecedor de Chicago alrededor de mi, y llegando algunas veces hasta el limite de mi resistencia nerviosa. Pero no desfallecía y añadí muchos detalles nuevos al libro. Si los Hermanos no me hubiesen ayudado, yo habría sucumbido. Era, no obstante, la labor de ellos y ellos me llevaron hasta el final. Todo lo que se me pedía a mi era el trabajar hasta el limite de mi resistencia y aptitud y dejar todo lo demás en manos de ellos; pero quedé casi agotado cuando el esfuerzo hubo terminado.
Ahora el lector comprenderá quizá mi situación respecto al "Concepto Rosacruz del Cosmos". Yo admiro sus hermosas enseñanzas más que nadie, y lo puedo hacer sin violar mi propia modestia porque el libro no es mío, sino que pertenece a la humanidad. Hasta me parece que yo no lo he escrito, tan completamente impersonal es mi manera de sentir en este punto. Mi misión es únicamente la de cuidar que su publicación sea adecuada, y el derecho de propiedad es simplemente para protegerlo contra posibles mutilaciones o falsificaciones Pero en cuanto sea posible encontrar una Junta de toda confianza, la Fraternidad Rosacruz será incorporada en forma de sociedad, y todos mis derechos de autor serán conferidos a la misma con todo lo demás que me pertenece, porque fue una parte del pacto con los Hermanos la que todo el beneficio liquido de la obra debía ser puesto para una mayor difusión de la filosofía, condición a la cual yo asentí con gusto, porque no anhelo dinero con excepción de aquel que se necesita para fomentar la empresa, y mi esposa piensa lo mismo. La obra bendita es la mayor recompensa para nosotros, más apreciada que cualquier premio material.
Entre todas las cosas absurdas que se han publicado sobre la Orden Rosacruz hay una gran verdad -la de que trata de curar a los enfermos-. Otras órdenes religiosas de tiempos pasados han tratado de avanzar espiritualmente castigando el cuerpo y abusando de él, pero los Rosacruces solicitan los cuidados más delicados para este instrumento. Para sus actividades curativas hay dos razones. Al igual que todos los sinceros imitadores de Cristo ellos están anhelando por "el día del Señor". Saben que los abusos sexuales impulsados por los espíritus de Lucifer han causado y son responsables de las enfermedades y las debilidades, y que un cuerpo sano es indispensable para la libre expresión de una mente sana. Por este motivo han tratado siempre de curar los males del cuerpo, para que este pueda dar expresión a una mente sana, y a un amor puro en vez de pervertirlo, porque la concepción efectuada bajo tales condiciones acelera la venida del Reino de Cristo, al producir cuerpos de una textura cada vez más fina, para reemplazar a "la carne y a la sangre (las cuales) no pueden heredar el reino", porque son impropias bajo el punto de vista fisiológico.
Cristo dio dos mandamientos a sus mensajeros: "Predicar el evangelio" (de la edad venidera) y "Curar a los enfermos". El uno es tan obligatorio como el otro y, por las razones indicadas antes, igualmente necesarios. Con el fin de cumplir el segundo mandamiento los Hermanos Mayores han concebido un sistema de curar que combina los mejores factores de varias escuelas actuales con un método de diagnóstico y tratamiento tan seguro como sencillo, y de este modo se ha dado un gran paso para elevar el arte de curar del terreno experimental en que se encuentra a un punto de ciencia exacta.
En la noche del 9 de abril de 1910, en ocasión en que la Luna se hallaba en Aries, mi Maestro apareció en mi habitación y me dijo que una nueva década (ciclo) había empezado aquella noche. La noche anterior había terminado mi trabajo en el Centro de la Fraternidad que se acababa de formar en Los Ángeles. Yo había venido viajando y dando conferencias durante seis noches de la semana, y además durante algunas tardes. Desde mi trabajo de publicación del libro en Chicago había estado enfermo y me retiré de los trabajos en público para recuperar la salud. Yo sabia que era muy peligroso abandonar el cuerpo conscientemente estando enfermo, porque el éter es entonces excesivamente tenue y el cordón plateado se rompe fácilmente. Bajo estas condiciones la muerte provocaría el mismo sufrimiento que el del suicidio, y por esta razón se advierte al Auxiliar Invisible que debe quedarse siempre en su cuerpo cuando sufre algún mal. Pero ante la solicitud de mi Maestro me dispuse para dar el vuelo del alma hasta el Templo, y un guarda se quedó. para cuidar de mi cuerpo enfermo.
del libro "Enseñanzas de un Iniciado", de Max Heindel
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