CAPÍTULO XXII
NUESTRO TRABAJO EN EL MUNDO
Tercera Parte
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La región del Pensamiento Concreto, como está especificado en otras obras nuestras, es el reino del sonido, donde la armonía de las esferas, la música celestial, ínter penetra todo, como la atmósfera de la Tierra envuelve todo lo terrestre. Todo lo que hay en aquella Región puede decirse que está envuelto en música y penetrado por ella; todo allí vive y se desarrolla por la música. La palabra de Dios suena allí continuamente y forma todos los distintos tipos que después se cristalizan y forman las cosas que vemos en nuestro mundo terrestre.
En el piano hay cinco teclas negras y siete blancas, que juntas constituyen la octava. Además de los siete globos en los cuales nosotros evolucionamos durante un Día de Manifestación, hay cinco globos obscuros que atravesamos durante las Noches Cósmicas. En cada ciclo de vida el Ego se retira durante una temporada al más espeso de los cinco globos, que es el Caos, el mundo sin forma donde no permanece nada con excepción de los centros de fuerza conocidos por átomos-simiente. Al principio de un nuevo ciclo de vida el Ego baja otra vez a la Región del Pensamiento Concreto, donde la "música de las esferas" pone en seguida en vibración a los átomos-simiente.
Hay siete esferas, los planetas de nuestro sistema solar. Cada una tiene su nota-clave y emite un sonido distinto del de cada uno de los demás planetas. Pero uno u otro de estos planetas vibra sincrónicamente con el átomo-simiente del Ego que está preparando su renacimiento o incorporación. Este planeta corresponde entonces a la "nota dominante" en la escala musical; y aunque los tonos de todos los planetas sean necesarios para construir un organismo completo, cada uno se modifica y se adapta al impacto básico dado por el planeta de más armonía, el cual por consiguiente será el regente de aquella vida, su Estrella-Paterna. En la música celestial lo mismo que en la terrestre hay armonías y discordancias y todas ellas chocan contra el átomo-simiente y ayudan a la construcción del arquetipo. Así se forman líneas de fuerza vibratorias, las cuales atraen después y colocan partículas físicas, del mismo modo los esporos o granitos de arena son reunidos en figuras geométricas, tocando un platillo de cobre con un arco de violín.
Sobre estas primordiales líneas de vibración se construye más tarde el cuerpo físico, y de este modo expresa exactamente la armonía de las esferas tal como vibraba durante el periodo de construcción. Este periodo, sin embargo, es mucho más largo que el periodo actual de gestación, y varía según la complexión de la estructura requerida por la manifestación física que busca la manifestación física. El proceso de la construcción del arquetipo no es tampoco continua, porque bajo aspectos de planetas que producen notas a las cuales las fuerzas vibratorias del átomo simiente no pueden responder, el arquetipo simplemente permanece susurrando sobre lo que ya ha aprendido, y espera entre tanto un nuevo sonido que le pueda servir para seguir construyendo el organismo que desea para poder expresarse.
Viendo de este modo que el organismo terrestre que todos habitamos, es moldeado conforme a líneas vibratorias producidas por el canto de las esferas, nos podemos dar cuenta de que las discordancias que se expresan en forma de enfermedades son producidas en primer término por una desarmonia interior. Es, además, evidente, que si podemos obtener un conocimiento exacto respecto a la causa directa de la discordia y remediarla, la manifestación física de la enfermedad desaparecerá muy pronto. Esta información se nos facilita por el horóscopo del nacimiento, porque en él cada planeta en su casa y signo expresa armonía o discordancia, salud o enfermedad. Por esta razón todos los métodos de curación son adecuados solamente en la proporción que toman en consideración las armonías y discordancias estelares expresadas en la rueda de la vida que es el horóscopo.
Mientras que las leyes de la naturaleza que rigen en las regiones inferiores son todopoderosas bajo circunstancias ordinarias, hay leyes superiores que pertenecen a las regiones espirituales y que en ciertas circunstancias son empleadas para invalidar las primeras.. Por ejemplo, el perdón de los pecados después de su reconocimiento y verdadero arrepentimiento, se emplea para invalidar la ley que pide ojo por ojo y diente por diente.
Cuando Cristo andaba por la Tierra y curaba a los enfermos, El, siendo el Señor del Sol, encarnaba dentro de Sí la síntesis de las vibraciones estelares, como la octava contiene dentro de si todos los tonos de la escala, y, por consiguiente, El podía emitir de Sí mismo la verdadera influencia planetaria correctiva tal como la requería cada caso. El sentía la discordancia y sabia en seguida lo que hacia falta para remediarla gracias a Su condición exaltada. El obtenía resultados instantáneos substituyendo la armonía a la discordia planetaria que había causado la enfermedad que El estaba tratando. Solamente en un caso El se sirvió de la ley superior cuando dijo:
"Levántate, tus pecados están perdonados".
Los métodos corrientes empleados en el Sistema de Curación Rosacruz dependen igualmente de un conocimiento de las discordancias planetarias que provocan las enfermedades, y de la influencia correctiva que es el remedio del mal. Esto ha sido suficiente en todos los casos que se nos han presentado hasta ahora. Sin embargo, hay un método más poderoso, utilizable bajo una ley superior, y que puede acelerar el restablecimiento de la salud en casos muy antiguos; si además exigen ciertas circunstancias y sobre todo el sincero reconocimiento del mal, es posible que los efectos de la enfermedad queden borrados antes de que el implacable destino lo hubiera permitido de otro modo.
Cuando observamos a un enfermo con la vista espiritual, sin tener en cuenta que su cuerpo esté demacrado o no, el vidente nota de un modo innegable que los vehículos superiores están mucho más tenues que durante el estado de salud. De esta manera no trasmiten al cuerpo físico la cantidad adecuada de vitalidad y por consiguiente este instrumento queda más o menos exhausto. Pero en cualquier estado de demacración que se halle el resto del cuerpo físico, ciertos centros que son tenues durante el estado de salud en un grado que varía según el desarrollo espiritual del hombre, se apiñan cada vez más en proporción con la seriedad de la enfermedad. Esto es cierto especialmente en el caso del centro principal entre las cejas.
Allí el espíritu está emparedado, a veces hasta tal punto que pierde contacto con el mundo
exterior sobre su propia condición que solamente la completa ruptura del cuerpo físico lo puede libertar. Esto puede ser un proceso de largos años y entre tanto la discordancia planetaria que causó la enfermedad inicial puede haber pasado ya, pero el enfermo es incapaz de sacar provecho de su estado mejorado. En tales casos se necesita una irradiación espiritual de una clase especial para comunicar su mensaje al alma: "Tus pecados están perdonados".
Habiendo oído esto, aquella calma podrá responder al mandamiento "Coge tu cama y márchate".
Nadie entre nuestra actual humanidad puede llegar ni remotamente a la estatura de Cristo, y por consiguiente nadie puede tampoco ejercer Su poder en semejantes casos extremos; pero la necesidad de aquel poder en manifestación activa existe hoy tanto como hace dos mil años.
El espíritu penetra todo en y sobre nuestro planeta, pero en medida variable y con algunas substancias tiene más afinidad que con otras. Siendo una emanación del principio de Cristo, es el Espíritu Universal que compone el Mundo del Espíritu de Vida y es el que restablece la armonía sintética del cuerpo. En aquella noche memorable mencionada antes, se le enseñó en el Templo de los Rosacruces al autor de este libro una sustancia con la cual el Espíritu Universal se podía combinar tan fácilmente como grandes cantidades de amoniaco se combinan con agua. Dentro de la gran esfera central mencionada en otro capítulo anterior había un recipiente más pequeño que contenía cierto número de paquetes llenos de aquella sustancia. Cuando los Hermanos se hubieron colocado en ciertas posiciones, y cuando la armonía de una determinada música hubo allanado el camino, de repente los tres globos empezaron a resplandecer con los tres colores primarios: azul, amarillo y encarnado. El autor tuvo entonces la clara visión de que durante la encantación de la fórmula el recipiente que contenía los paquetes se encendió con una esencia espiritual que antes no existía allí. Algunos de estos paquetes fueron usados más tarde por los Hermanos con éxito instantáneo. Delante de ellos, las partículas cristalizantes que envolvían los centros espirituales del enfermo se disiparon como por fuerza mágica, y el paciente despertó a un estado nuevo de salud y bienestar físico.
Nota. - Los cuatro artículos siguientes proceden de manuscritos de Max Heindel no publicados aún hasta el momento de su muerte. Posterionnente se publicaron en la revista "Rays from the Rose Cross", y ahora se reproducen aquí.
del libro "Enseñanzas de un Iniciado", de Max Heindel
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